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«¡Yo me levanto! ¿Tú también?»

Cuando imaginamos a los trabajadores, vemos a un hombre manejando una máquina en una fábrica, ¡Y ahí comenzó la historia de los sindicatos hace más de 200 años! Desde entonces, hemos conseguido éxitos históricos como movimiento. Pero el mundo laboral actual ha tomado un nuevo cariz, por lo que deberíamos replantearnos esta imagen.

Se han producido dos hechos determinantes; el primero es que nos hemos convertido en una sociedad de servicios, y el segundo es la incorporación masiva de la mujer en el mundo laboral. Y en el sector servicios existen unas condiciones especialmente precarias: los salarios son bajos y se exige flexibilidad constante a los empleados.

Desarrollo profesional limitado y explotación laboral
Y es justamente en el sector servicios donde trabaja un número notablemente elevado de mujeres. Así que la nueva trabajadora es la mujer que encontramos en la caja del Migros de la estación de tren un domingo por la tarde a las 20 horas. La mujer que limpia nuestra oficina al terminar la jornada, alcanzando a duras penas el nivel de subsistencia para luego vivir en la miseria durante su vejez. La mujer que nos corta el pelo y no cobra el decimotercer mes. La mujer que cuida a nuestros padres en la residencia de ancianos y tiene que estar de guardia las 24 horas del día.
El número de mujeres inmigrantes es elevado en el sector servicio. Muchas de ellas podrían describirse como «no cualificadas» puesto que no han tenido la posibilidad de recibir una educación en Suiza. Al mismo tiempo, hay mujeres que han realizado un aprendizaje en este sector. Sin embargo, no se han beneficiado profesionalmente. Se les considera intercambiables, y así lo experimentan a diario. Conocemos a peluqueras y dependientas que llevan más de diez años trabajando para la misma empresa y todavía ganan menos de 3500 francos al mes. Con este salario es imposible vivir en Suiza hoy. Por eso en este caso hay que hablar de explotación, pues las trabajadoras más débiles no pueden defenderse. Dependen de su trabajo y del bajo salario que ganan. A la menor crítica son amenazadas con el despido, y muchos sufren acoso. Se desprecia la dignidad de estas mujeres.


¡Enfrentar nuestros miedos, ser valientes

¿Cómo podríamos subsanar estos abusos? La respuesta está en las propias mujeres. La historia de los sindicatos y de las mujeres en todo el mundo lo ha dejado claro; ¡sólo luchando podremos cambiar algo! Se trata de enfrentar el miedo y luchar juntas por las mejoras.!

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